Al comprar una lámpara o bombilla es frecuente encontrar entre sus especificaciones el término temperatura de color.
La temperatura de color describe el color de una fuente luminosa, comparándola con la de un cuerpo negro o radiador completo. La temperatura del cuerpo negro en grados Kelvin, en la que se obtiene los mismos colores que con la fuente a medir, es la temperatura de color de esta.
Descrito en términos más comprensibles: supongamos una barra de hierro calentada hasta que se pone incandescente, cuando su temperatura alcance los 1000º K la barra tendrá un aspecto rojizo, subiendo la temperatura a 2000-3000º K el color pasa de rojizo a amarillento, llegando a 4000º K la barra tendrá un color blanco neutro y ya entre los 5000 y 7000º K el color será blanco frío.
Con el ejemplo del párrafo anterior, puede deducirse claramente que el término temperatura de color aplicado a una lámpara o bombilla nos da información sobre la apariencia de color de la luz que emite. Las fuentes de luz blanca se dividen en tres grupos según su apariencia de color: cálida, neutra y fría.
Para una buena calidad del alumbrado ha de existir una buena relación entre la temperatura de color y el nivel de iluminación. La experiencia determina que al aumentar el nivel lumínico, la temperatura de las lámparas también debe aumentar, por tanto a mayor nivel lumínico mayor blancura a de tener la fuente de luz.
En la siguiente tabla se muestran las impresiones obtenidas asociadas con diferentes niveles lumínicos y colores de lámparas.
Así por regla general se utilizan los tres grupos de luces de la siguiente forma: